Si hay un emblema del under de
los 80, ese es el Parakultural. Espacio multipropósito (se diría hoy) en el que
cualquier cosa podía pasar. Ahí se produjeron algunas de las innovaciones
teatrales más potentes de la década, con artistas como Batato Barea, Alejandro
Urdapilleta, Las Gambas al Ajillo Humberto Tortonese, Susana Cook y Los Melli.
Pero por el sótano alquilado por Omar Viola y Horacio Gabin en el
edificio donde hoy funciona el Sindicato de Encargados (Suterh) anduvieron
también algunas de las bandas más importantes de la escena del rock, como Los
Violadores, Sumo, Los Redondos, Todos Tus Muertos, Los Fabulosos Cadillacs,
Virus, Celeste Carballo, Trixy y Los Maniáticos, Comando Suicida o Don Cornelio
y la Zona, entre muchos otros.
La regla en el Parakultural era la falta de reglas,
una libertad absoluta cercana al descontrol que cada tanto recibía las visitas
intimidantes de la policía. “Era un sótano lleno de humedad, pero que tenía
mucha magia y un poder especial”, recordó Omar Viola en La Nación muchos años
después. “Se vivía como un destape, porque había mucha necesidad de expresión.
Veníamos de mucho tiempo de represión y el lugar era un espacio para la
libertad total. Me acuerdo que al mes de haber abierto tuvimos la propuesta de
Poli y Skay, que querían tocar con los Redondos. Siempre fuimos un foco de
atracción a todo lo nuevo, porque era un lugar imprevisible, llevado al
extremo, donde pasaban cosas brutales todo el tiempo”.